Carmen tuvo diferentes facetas en la vida. Todo en ella era una ocasión para el festejo, la diversión, la risa y el baile; pero también el compromiso, el trabajo, el compartir solidario. Era una persona intensa en todo lo que hacía. Su vida la dedicó a abrir diques y compuertas en favor de los pueblos. Fue una persona muy emocional, empática con el dolor ajeno, muy anclada en su visión profética. Tenía una gran capacidad de esperanza, eso la mantenía.

“Era imparable, no porque no sintiera miedo, no porque no tuviera dudas, no porque no cometiera errores, no porque no cayera. Era imparable porque, a pesar de todo, continuaba avanzando”.

Beau Taplin.

Carmen Santiago Alonso, San Antonino Castillo Velasco, Oaxaca, 1952-2022.

 I

Carmen tuvo diferentes facetas en la vida. Todo en ella era una ocasión para el festejo, la diversión, la risa y el baile; pero también el compromiso, el trabajo, el compartir solidario. Era una persona intensa en todo lo que hacía. Su vida la dedicó a abrir diques y compuertas en favor de los pueblos. Fue una persona muy emocional, empática con el dolor ajeno, muy anclada en su visión profética. Tenía una gran capacidad de esperanza, eso la mantenía.

No es fácil definir o caracterizar la espiritualidad, el compromiso o el valor profético en una persona como Carmen. Quienes la conocimos podemos decir que vivía una espiritualidad del conflicto, siempre se preguntaba qué era lo correcto o lo coherente, o qué era válido para la vida y la lucha de las comunidades. Su vida representó un testimonio de santidad de nuestro tiempo, por su amor inteligente y creativo, porque tenía los pies bien puestos en la tierra. Honraba la interdependencia cósmica y cultivaba la interconexión entre todo lo creado.

La rectitud de Carmen quizá se pueda confundir con un rasgo de rigidez. No era sencillo que ella se moviera de sus principios, siempre se mantuvo firme. Aunque de acuerdo con su formación religiosa y política, siempre apostaba al diálogo, a la construcción de acuerdos y al consenso. Tenía un don de mando, un liderazgo propio. En ella se expresaban muchos dones y capacidades que siempre puso al servicio del pueblo. Su vida concluida y entregada, junto con tantas otras, hace realidad aquello que dice el evangelio acerca del grano de trigo que se siembra en la tierra y muere.

II

Su trayectoria está muy relacionada con su contexto histórico. El Concilio Vaticano II, las Conferencias del Episcopado Latinoamericano en Medellín y Puebla, el trabajo pastoral impulsado por los Obispos de la Región Pacífico Sur en México, el acompañamiento del Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas (CENAMI) y la Pastoral Indígena realizada con don Bartolomé Carrasco Briseño en Oaxaca, fueron los antecedentes y la inspiración para la misión que ella desarrolló.

De manera muy específica, el trabajo del Centro Diocesano de Pastoral Indígena de Oaxaca (CEDIPIO), los Encuentros Indígenas y la celebración de los 500 Años de Resistencia Indígena, Campesina, Negra y Popular, sembraron en Carmen un gran entusiasmo para su labor en pro de los pueblos indígenas. Fue siempre discípula y maestra en el acompañamiento a comunidades: Santa Cruz Itundujia, San Lucas Atoyaquillo, Santiago Ixtayutla, San Juan Maninaltepec y otros pueblos en la defensa de su territorio y recursos naturales. Este acompañamiento pastoral y político hizo que viviera una experiencia de iglesia bautismal, sinodal, indígena, con una espiritualidad más allá del sistema religioso.

De ahí, de esa semilla, surgió Flor y Canto, y ahí Carmen definió más claramente su carácter como mujer indígena, misionera y laica. Así fue como conformó su identidad, con aportes ya no sólo eclesiales, sino indígenas, comunitarios, sociales y políticos.

Esto forjó una profunda vivencia de fe con raíz indígena y evangélica. Su aporte fue brotando y creciendo como parte de un proceso histórico, en comunión con la naturaleza, la Madre Tierra, Dios y el Jesús del evangelio. Fue una defensora de los derechos de los pueblos indígenas y un gran referente que fortaleció la participación de las mujeres.

Fue una gigante en la lucha social y en la defensa de los derechos humanos. Lo que más conmueve de este acompañamiento espiritual es su humildad (palabra que viene de humus, tierra), su vulnerabilidad en el amor a la humanidad, a las comunidades y a la naturaleza. Sembraba todos los días su corazón, como semilla en la tierra, a través de todo lo que hacía. Enseñó a hacer camino, a abrir o ensanchar aquellas veredas que ya había caminado para que otras personas las caminaran, con el firme propósito de avanzar hacia la realización plena de los sueños de sus ancestras.

III

En cuanto a su visión de la política, para Carmen todo era disputa, reto y desafío. Frente a la jerarquía eclesial mantenía una posición de poder y de diálogo. Sabía dialogar con el poder político y eclesial, al igual que los podía confrontar, también sabía llegar a acuerdos. Su posición siempre era en la frontera y el límite. Entendía muy bien las claves y el lenguaje del poder y no rompió con la jerarquía. Fue Hija del Surco, encarnó muy bien las enseñanzas y la doctrina de don Bartolomé, la Iglesia al estilo de Bartolomé: en favor de los pobres, los indígenas y las mujeres.

En un ambiente en el que todavía permea la desigualdad de género, ante la presencia clara de distintos liderazgos femeninos, Carmen conocía perfectamente su posición de mujer, indígena y laica, y sabía que este punto vulnerable, en su relación con los poderosos, era a la vez su principal fortaleza. Sabía manejar los tiempos, los espacios y los símbolos. Su voz contagiaba entusiasmo, pasión y claridad en el camino.

La lucha social e indígena tiene distintos ámbitos, coyunturas, simbolismos. Carmen tenía la agudeza para identificar los momentos y modos precisos para incidir. Pisando recio, sin claudicar en su objetivo de construir, empujar, defender, articular una agenda de los pueblos indígenas, pero particularmente el tejido desde abajo, desde la vida comunitaria, su identidad, rituales, costumbres, que de forma cotidiana desplegaba intensamente.

En la ceremonia de toma de posesión del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ella no fue a entregar ningún privilegio al nuevo gobernante, al contrario, fue a definir, con toda la ritualidad y simbolismo que la ocasión requería, que el presidente tenía un compromiso y una obligación clara con los pueblos indígenas: “mandar obedeciendo”.

IV

Carmen soñó con un proyecto denominado “Escuelita de la Madre Tierra” destinado a la formación de niñas y niños en el conocimiento del cuidado de la tierra y de los bienes comunes. Aunque en sí, su vida resultó una escuela para muchas personas, una escuela con una espiritualidad generadora de cambios. Por ello, es importante recuperar su legado y sus principios. Su legado de la tierra para la tierra.

Ella no tenía una formación académica, sin embargo, era una persona que aprendía todo muy rápido y lo ponía en práctica. Sabía dirigir, organizar, controlar, dominaba todo el sistema de la administración. Buscaba, investigaba, tenía un conocimiento técnico, documentaba todo, echando mano de la tecnología, para que quedara en la historia. Tomaba muchas fotografías que ahora son evidencias o testimonios.

V

Su última lucha duró 16 años, y fue por la defensa del agua para los pueblos de los Valles de Oaxaca. Fue un trabajo intenso en el que dejó su vida. Hubo muchos aprendizajes y enseñanzas en este acompañamiento. La relación con el gobierno de la Cuarta Transformación no fue fácil, recibió muchas críticas, algunos por momentos creían que se bajaba la vara de las aspiraciones o, con cierta razón, le señalaban que autoridades del sector público abusaban de la buena fe de los pueblos.

Carmen le regaló a México su lucha por la justicia, que tuvo como resultado el Decreto presidencial por el que se establece la zona reglamentada del acuífero 2025 de Valles Centrales del Estado de Oaxaca. Fueron 16 años de una compleja y valerosa lucha permanente, reflejados en nueve páginas del periódico oficial. Este decreto fue, de algún modo, el resumen de una labor llena de obstáculos, amenazas e incluso intentos de represión.

La oración, al final de sus días, era algo así como: “Concédeme ver este decreto publicado y luego me recoges” y aunque se consumía no podía parar hasta conseguir su cometido. Alcanzó a ver, con mucha alegría, como se coronaba su lucha con la aprobación del decreto el 24 de noviembre de 2021. El decreto representó un logro sin precedentes en este esfuerzo.

VI

Sus últimos cuatro años de vida fueron intensos. En el 2020 empezó a decaer en cuanto a su salud, se sentía frágil y con menos fuerza, sin embargo, aún agotada, seguía con sus planes y trabajo. No dormía, lloraba, rezaba, actuaba para que saliera el Decreto del Acuífero de los Valles Centrales. Su salud ya no le ayudaba para las negociaciones, se angustiaba mucho. Buscaba de donde sostenerse, percibía que se iba a ir, de alguna manera sabía que su misión ya estaba cumplida: “Yo ya cumplí, estoy lista, quienes se quedan que sigan con esto”.

Carmen tenía muy asimilado su amor a la Madre Tierra, entendía a la comunidad y a la naturaleza. Ella podía leer los signos del cielo, el agua y la tierra. Era una binigulaza’a, alguien que ya ha madurado y que se convierte en raíz para los demás. Pronunciaba al final de sus días: “la tierra me va a abrazar, seré con ella”.

El último año de su vida fue un remolino vital, alegre y amoroso, con esperanza firme y solidaria. Ahora descansa plena e infinitamente como el agua que se entrega sembrando y alimentando.

La lucha de Carmen continúa. Ella sigue animando a los pueblos que integran la Copuda, a Flor y Canto, a las organizaciones de la sociedad civil y a sus compañeras misioneras consagradas. Sigue presente en los afanes de aquellas personas que están convencidas de que tiene que venir un nuevo sol, un sol de justicia, de paz, de vida digna para todas y todos, especialmente para los pueblos más antiguos de este continente.

En el horizonte contemplamos a Carmen, como un ave cantando en el Árbol de la Vida, un árbol florido lleno de color y de diversidad en la plenitud del universo, donde la vida pasa por procesos de muerte y de resurrección. Carmen plena, floreciente y cantando, con su amor, Tonantzin Guadalupe.

Fraternalmente

Flor y Canto, familiares, amigas y amigos de Carmen.

Oaxaca de Juárez, Oaxaca, Julio de 2022.

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