“No olvidemos nunca que un libro, un lápiz, un niño y un profesor pueden cambiar el mundo.”
Malala Yousafzai, activista paquistaní por la educación.
(Premio Nobel de la Paz 2014).
En la parte alta de la Colonia Guillermo Guardado, rodeada de bellas montañas verdes, bajo un cielo azul limpio y grandes nubes blancas, se adaptó el escenario para compartir la posibilidad de la victoria de lo sublime sobre lo inmundo. Toneladas de basura cubiertas parcialmente con tierra, son la superficie destinada a la zona recreativa de los habitantes, ahí juegan los niños, entre las estructuras metálicas de aros y columpios, mientras otros intentan alcanzar su pelota.
Sobre ésta contrastante plataforma los niños, niñas y jóvenes de la “Escuela Musical Santa Cecilia”, ofrendaron el “CONCIERTO POR LA PAZ Y LA RECONSTRUCCIÓN DEL TEJIDO COMUNITARIO”, nombre que refleja el anhelo de treinta y tres colonias de dos agencias municipales (Vicente Guerrero y Emiliano Zapata) ubicadas en la zona oriente de Zaachila.
El concierto dio inicio con melodías de guitarras, le siguieron la armonía de los violines y chelos, creando la posibilidad de serenar el espíritu y, finalmente todo el talento artístico y cultural de la orquesta se manifestó, haciendo presente a Bach, Vivaldi y Strauss entre otros; se entretejieron ritmos mexicanos, japoneses, europeos y latinos que alegraron el corazón.
Mientras se relajaban algunos rostros en alerta y preocupación, fue un día de fiesta en la que participaron familias completas, recicladores de basura, el grupo de la pastoral del lenguaje de señas, periodistas, vendedores de frituras, representantes de los derechos humanos, maestros de música, medios de comunicación, integrantes de la sociedad civil organizada, personas comprometidas con el pueblo y solidarias.
Se ondearon banderitas blancas de papel china, mientras se cantó el HIMNO A LA ALEGRÍA y se lanzaron al vuelo decenas de palomas para manifestar los profundos anhelos de paz, mientras se afirmó la fe de que DIOS NUNCA MUERE.
Fuertes contrastes de un gran concierto sobre toneladas de basura, fruto de nuestra inconciencia, bajo el vuelo de zopilotes y olores fétidos, donde florecen niños y niñas con gran sensibilidad y talento que son testigos cotidianos de la violencia, el odio, la injusticia, la desigualdad y la corrupción; que saben de noches de terror, de hambre, de enfermedad y de la falta de oportunidades; efectos de la prepotencia, indiferencia y vanidad. Ante lo cual diría Aung San, activista de Amnistía internacional: “La paz no sólo consiste en poner fin a la violencia o a la guerra, sino a todos los demás factores que amenazan la paz, como la discriminación, la desigualdad, la pobreza.”
Gracias niños y niñas, gracias jóvenes, gracias padres y madres de familia, gracias maestros y maestras, gracias autoridades que sirven a su pueblo, gracias colonias unidas… ustedes nos sacuden y nos invitan a despertar, son un ejemplo de esperanza y tenacidad, son el preludio de tiempos nuevos, son armonías que van más allá de lo que podemos ver, son sinfonías tan libres como el viento que jamás se podrán encerrar, gracias por impulsar la certeza de que lo sublime del corazón humano va más allá de cualquier bajeza y de que “La paz es posible con la práctica de la justicia, que nace del respeto a la dignidad humana y crea condiciones favorable para crecer y ser”.